el cerebro de los animales

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Adolfo Castilla
En cuanto a la evolución del cerebro de los animales y su comportamiento, es lógico que sea un terreno válido para la comprensión de la aparición de la consciencia en el hombre. Al fin y al cabo lo que los paleontólogos estudian a través de fósiles es la evolución de los homínidos, es decir, la evolución de animales que todavía no eran hombres en el sentido actual. Dichos homínidos estaban cerca de los animales de los que procedemos y tales animales, incluidos los más cercanos en nuestra filogenia, están todavía con nosotros. El cerebro de los animales, por otro lado, y en términos de evolución, es lógico que tenga una cierta similitud con el del hombre si creemos en la evolución darwiniana de las especies. El comportamiento de un animal tiene relación, a su vez, con su cerebro, aunque sólo sea en lo relativo a los comportamientos automáticos procedentes de sus sistemas cerebrales equivalentes a los reptiliniano y límbico del hombre. Los expertos en comportamiento animal, o etólogos, en consecuencia, tienen algo que decir sobre la aparición de la racionalidad y la consciencia del hombre, o al menos, así lo han decidido los científicos y los psicólogos.
La etología se define como “la rama de la biología y la psicología experimental que estudia el comportamiento de los animales”, pareciéndonos a los no expertos que es un área de conocimientos ligada, casi exclusivamente, a la obra de Konrad Lorenz (1903-1989) y sus colegas Karl R. von Frisch (1886-1982) y Niko Tinbergen (1907-1988). Los tres recibieron conjuntamente el Premio Nobel de Medicina o Fisiología de 1973, lo cual constituyó una sorpresa mundial ya que los tres eran zoólogos y trabajaban sobre el comportamiento animal. Los miembros del Instituto Karolinska, institución encarda de otorgar tal premio, dieron como explicación que los trabajos de estos científicos contribuían a un mejor conocimientos del algunos aspectos de la psiquiatría.


Los delfines, animales que duermen la mitad del cerebro

En el mar no existe animal más inteligente que el delfín; y, en la totalidad del reino animal, compite con el chimpancé por el primer lugar, no sabiéndose aún con certeza cuál especie ostenta la mayor inteligencia. El delfín además tiene, entre todos los mamíferos, el cerebro más grande en relación al tamaño de su cuerpo.

Gracias a su fantástico cerebro el delfín tiene autoconciencia y puede reconocerse en el espejo, llegando incluso a poder inspeccionar las distintas partes de su cuerpo mediante su reflejo, siendo esta una habilidad que se consideraba exclusiva del hombre y los grandes simios. Manifestación de esa autoconciencia es también en parte el hecho de que, en un grupo de delfines, cada delfín produce un sonido para comunicarse único, tono que es reconocido por el resto de los integrantes. Además, los estudios muestran que cada delfín tiene una personalidad y conducta propia.
Los delfines, animales que duermen la mitad del cerebro

El cerebro de la mosca: más veloz que cualquier ordenador

El cerebro de la mosca podrá no servir para pensar pero, en un determinado aspecto, es más brillante que cualquier otro cerebro (incluyendo al del hombre) en la Naturaleza: la velocidad. Y es que, según las investigaciones de un grupo de científicos del Instituto de Neurobiología de Max Planck en Alemania, el cerebro de la mosca tiene una velocidad de procesamiento mayor a la de cualquier ordenador existente, literalmente hablando.

Concretamente, es capaz de procesar visualmente varios movimientos en sólo una fracción de segundo, llegando a calcular, en milisegundos, la dirección del movimiento que se produce a su alrededor, mandando dicha información a su sistema de control de vuelo y pudiendo así huir con rapidez. En parte, todo esto lo puede realizar por las más de 100.000 células nerviosas que tiene por cada sexto de milímetro cúbico de su cerebro ricamente intercomunicado (cada célula tiene muchísimas conexiones con otras células). En total posee 340.000 neuronas.
El cerebro de la mosca: más veloz que cualquier ordenador


La cucaracha puede sobrevivir nueve días sin cabeza

La cucaracha tiene un sistema nervioso descentralizado, repartido por todo el cuerpo. La eficiencia de ese reparto se muestra en cómo sus comportamientos instintivos están enraizados en el sistema nervioso periférico, no necesitando así enviar la información al ganglio cefálico principal (localizado en la cabeza) para realizar funciones vitales como respirar y otras como mover las patas.

Lo anterior, que comparte con algunos insectos, no bastaría por sí solo para explicar cómo puede sobrevivir nueve días sin cabeza. Pero a eso se suma el que sea de sangre fría (por lo que puede estar varios días con la misma comida ingerida) y sobre todo cierta particularidad en el sistema circulatorio, tal y como lo explica Joseph Kunkelde, un científico de la Universidad de Massachusetts: “mientras un humano pierde la presión sanguínea y las funciones vitales al perder la cabeza, simplemente la cucaracha no tiene presión sanguínea al tener un sistema circulatorio abierto y puede cerrar la herida en la nuca y seguir viviendo”.

La cucaracha decapitada en sus últimas horas permance inmóvil y sólamente se puede percibir que está viva porque mueve las patas al ser atacada o molestada. Así mismo su cabeza separada del cuerpo puede vivir varias horas.
La cucaracha puede sobrevivir nueve días sin cabeza

El cerebro del chimpancé

Al igual que los delfines, el chimpancé tienen capacidad simbólica, pueden manejar palabras (hasta 300, articulándolas en oraciones gramaticalmente correctas con el entrenamiento adecuado), usar herramientas, realizar pequeños razonamientos y mostrar la inteligencia de un niño de tres años, si bien a diferencia de nuestros pequeños no colaboran con sus congéneres para conseguir una meta y no tienen la misma capacidad para imitar el comportamiento de los demás para conseguir superar algunas pruebas (Ver más datos aquí). También, como los cuervos, pueden engañar y fingir, sobre todo para obtener o conservar comida.

Sin embargo no tienen la bondad de los delfines y sociológicamente muestran oscuras semejanzas con el hombre, sirviendo así de ejemplos a la conocida frase de “la inteligencia es la madre de todos los males”. En efecto, los chimpancés realizan guerras entre clanes, se roban alimento entre sí, tienen prostitución (las hembras se prostituyen por comida) y pueden vengarse y mentir si con eso consiguen sus fines.

Por último y a pesar de ser mucho menos inteligentes que el hombre, los chimpancés son superiores en memoria a corto plazo. Una serie de experimentos numéricos demostraron que estos primates son capaces de recordar y ordenar números de forma más rápida y eficiente que estudiantes universitarios. 

Además sus cerebros no se empequeñecen con la vejez, tal y como ocurre con el cerebro humano que, en promedio, suele presentar pérdidas de un 15% de su volumen a los 80 años.

El cerebro del chimpancé


























































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